by 
Hace unos días estuve tomando café con un amigo mío venezolano. Es informático como yo y aunque empezamos hablando de la situación social y política en su país terminamos hablando acerca de los sistemas de voto electrónico (deformación profesional ya sabéis). El caso es que él, que siempre ha tenido una desconfianza arraigada hacia los responsables de la administración y sobre todo de la política en su país, estaba totalmente conforme, es más entusiasmado con los sistemas de voto electrónico. Lo cual nos lleva a realizar una reflexión acerca de la necesidad o ayuda del uso de este tipo de sistemas.
En este y en otros países del sur de América como Venezuela, Colombia, Argentina, están apostando fuerte por el voto electrónico. En el caso concreto de Venezuela (el que más lejos lo ha llegado a desarrollar) el sistema que automatiza el proceso pero que es básicamente similar al tradicional: Es necesario introducir la cédula de votación que servirá para verificar tu identidad ante el presidente de mesa. El voto se realizará siempre estando identificado gracias a tu huella dactilar. Y al final se emite un comprobante de la votación con firma y huella en tinta indeleble.
Por tanto el proceso se realiza con las mismas garantías que el voto tradicional. Y lo cierto es que en las elecciones presidenciales de 2012 en las que se reeligió al ya difunto Hugo Chávez, el sistema fue un éxito con 39282 máquinas de voto electrónico gestionadas por la empresa Smartmatic. En esa votación, no se puso en duda ni por un momento la fiabilidad de los sistemas automáticos de votación.
La idea es que en el futuro, los sistemas de voto electrónico se extiendan a todo el planeta y que se pueda llevar a cabo el “tele voto” electrónico, para poder votar a distancia. Pero aún hay mucha controversia en cuanto a este tema y curiosamente donde más trabas existen es en los países más desarrollados.
Este artículo fue escrito por Luis Revuelto, colaborador en Tecnopedia.net. Por mas información puede dirigirse a nuestra sección de Colaboradores.
Créditos de fotografía: Niccolò Caranti via photopin cc
El caso venezolano que presentas es clarísimo… No importa que las máquinas sean seguras o no (quienes nos dedicamos a la seguridad en cómputo inisistiremos en que no hay modo de que lo sean), sino el si la sociedad confía en las autoridades electorales o no. A mano o en electrónico, una elección que termina con un márgen del 1.5% con acusaciones de fraudes y acarreos es garantía de inestabilidad social. Y ya lo tienes: Voto electrónico, ¿de qué sirve? Un país dividido y polarizado, 11 muertos, desconfianza en el proceso electoral, y… Haya ganado quien haya ganado, quedará siempre la sombra de la sospecha, porque es imposible auditar lo que en verdad pasó.